CENTENARIO 1918 – 2018
Tras la revolución portuguesa de 1910 y la instauración de un gobierno republicano el 5 de octubre, se adoptaron decisiones que afectaron drásticamente a las órdenes religiosas. Las hermanas de Santa Dorotea se ven obligadas a huir de Portugal, cruzan la frontera, y se instalan en Tui en el año 1911, donde fundan una pequeña residencia para atender a las hijas de las familias portuguesas que habían abandonado el país.
Los comienzos fueron difíciles pero gracias al carisma de las hermanas, a su devoción y a su compromiso, esta nueva residencia de Tui fue creciendo en número de tal manera que fue preciso trasladarse a un edificio más grande, que albergaría el nuevo noviciado y que, posteriormente, acogería la casa Provincial.
Los archivos de la Congregación postulan el año 1918 como el de la llegada de las hermanas a Pontevedra y, si bien es cierto que no hay documentos oficiales que contradigan esta tesis, hay pequeños indicios que sustentan la posibilidad de una llegada anterior a la ciudad.
Era normal en las residencias de las hermanas llevar un pequeño diario de la vida de la casa. El 21 de diciembre de 1918, en una de las páginas del diario de la casa de Pontevedra, se comenta la llegada de unas nuevas hermanas procedentes de Portugal con la tarea de fundar una residencia normalista. Son recibidas en la estación de Pontevedra por otras hermanas que ya vivían en la ciudad y que se alojaban en una casa ya habitada por ellas en la calle Indalecio Arnesto, la actual Plaza de la Verdura, en un 2º piso.
Unos meses después, el 3 de diciembre de 1919, la superiora de la comunidad escribe una carta al Arzobispo de Santiago solicitando que permitan tener en la comunidad, que ahora residía en la calle Santa Clara, el santo sacramento para fomentar la devoción de las religiosas y de las alumnas. Reciben respuesta por carta concediéndoles dicha petición, dado que reúnen las condiciones necesarias para ello, además de tener ya 20 alumnas…… De haber llegado a la ciudad en el año 1918, parece poco probable haber logrado un número tan elevado de alumnas internas en tan poco tiempo.
El número de alumnas fue aumentando de manera considerable, así que las hermanas vieron la necesidad de buscar una casa más grande para atender toda la demanda, una casa ubicada en la calle Isabel II. Un evento que mostraba la importancia y la creciente labor de estas hermanas fue la visita de la Madre General en el año 1923.
Sea como fuere, la realidad es que la labor de las hermanas en la ciudad tuvo tal relevancia que no tardaron en trasladarse al actual colegio en el año 1957 para poder atender a todas las alumnas que deseaban entrar en el centro, ya fueran internas o externas.
El último paso sería ya en el año 1975, cuando las hermanas trasladan su residencia a Villa Paula, en la misma calle.
Decenas de generaciones han dejado huella en el Colegio, del mismo modo que el Colegio ha marcado las vidas de todas ellas.
Cercanía, suavidad, firmeza, sencillez son valores que nuestra fundadora priorizaba en todas las comunidades, residencias y colegios, y siempre por la vía del corazón y del amor.